Por: Diego Jaramillo Mutis
La Constitución de la República de Colombia de 1821, sancionada el 6 de octubre por el libertador-presidente Simón Bolívar en la Villa del Rosario de Cúcuta, fue la primera Carta política nacional colombiana.
La República de Colombia nació en Angostura -hoy Ciudad Bolívar, Venezuela-, con la Ley Fundamental del 17 de diciembre de 1819. Sus arquitectos venezolanos la concibieron como una potencia hispanoamericana, un líder regional. En la década de 1820, los triunfos de sus armas en Boyacá, Carabobo, Pichincha, Junín y Ayacucho, su liderazgo en la alianza americana contra España y en el congreso de Panamá de 1826 y el reconocimiento de las grandes potencias la hicieron uno de los actores más importantes del sistema internacional. Colombia lideró una alianza hispanoamericana similar a la Santa Alianza, en el marco de los primeros congresos multilaterales europeos. El secretario de Estado norteamericano John Quincy Adams aseguró en 1823, el mismo año de la doctrina Monroe, que Colombia estaba “llamada a ser una de las naciones más poderosas del planeta”.
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La Constitución de la República de Colombia de 1821, sancionada el 6 de octubre por el libertador-presidente Simón Bolívar en la Villa del Rosario de Cúcuta, fue la primera Carta política nacional colombiana. En su artículo 136, esta creó cinco secretarías: “a saber; de Relaciones Exteriores; del Interior; de Hacienda; de Marina; y de Guerra”. Un día después, Bolívar nombró a su gabinete por decreto:
Serán Secretarios, de Relaciones Exteriores el Señor Pedro Gual: del Interior el Sor. José Manuel Restrepo, atendiendo a la dimisión que ha hecho el actual Ministro de este Departamento Señor Diego B. Urbaneja: de Hacienda el Señor José María Castillo y Rada; y de Guerra y Marina el Señor Coronel Pedro Briceño Méndez. (Gazeta de Colombia No. 10).
El primer lugar de la cancillería, tanto en la Constitución, como en el decreto de los nombraientos, sugiere alguna jerarquía entre las secretarías. El primer canciller de Colombia fue el venezolano Pedro Gual, “verdadero cerebro de la política exterior de la república y su más insigne gestor […] figura esencial de la diplomacia colombiana”, según Daniel Gutiérrez. Gual renunció en 1825 para representar al país en el congreso de Panamá. Colombia fue la única república hispanoamericana que contó en estos años una secretaría dedicada exclusivamente a los asuntos internacionales, las demás tenían un solo Despacho de Interior y Relaciones Exteriores. Lo anterior muestra al país como una república de perfil internacional alto; la cancillería fue clave en estos años iniciales del proceso de formación del Estado-nación.
Colombia fue de las primeras repúblicas hispanoamericanas reconocida por las grandes potencias. Estados Unidos lo hizo el 8 de marzo de 1822, con un decreto del presidente James Monroe, que incluyó a Perú, México, Chile y Buenos Aires. Gran Bretaña la reconoció el 18 de abril de 1825, por medio de un tratado de Amistad, Comercio y Navegación que resultó gravoso en términos comerciales para la República, pues mantuvo marginado a Estados Unidos hasta 1846. Francia hizo lo propio en 1830, cuando Colombia existía solo en el papel. El Estado de la Nueva Granada, heredero del lugar internacional de Colombia, fue la primera república hispanoamericana reconocida por la Santa Sede, en 1839.
Colombia lideró la alianza diplomática y militar de las repúblicas hispanoamericanas contra España en la década de 1820. En 1823 era la única que tenía legaciones diplomáticas en todas las capitales de la región. Entre julio de 1822 y marzo de 1825 suscribió cinco tratados bilaterales de alianza y confederación, con Perú, Chile, Buenos Aires, México y Centroamérica. Estos fueron firmados por el payanés Joaquín Mosquera, hermano del general Tomás Cipriano; el caraqueño Pedro Gual y el veracruzano Miguel Santamaría. Esto muestra el amplio alcance regional de la nueva república. El único de estos arreglos llevado a la práctica en el campo militar fue el de Perú. El de México, entonces limítrofe, fue el más vinculante, tenía un plan para arrebatarle Cuba y Puerto Rico a España. Buenos Aires no aceptó la confederación, pues el gobierno porteño estaba interesado en el apoyo diplomático y militar de Colombia e Hispanoamérica, pero no en la propuesta integracionista de Bolívar.
El congreso de Panamá de 1826 fue la continuación lógica de la política de alianzas americanas, el culmen del poder colombiano y uno de los fracasos más estruendosos de Bolívar y de la diplomacia colombiana. En la carta de invitación, Bolívar escribió:
El día en que nuestros Plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia diplomática de América una época inmortal. Cuando después de cien siglos la posteridad busque el origen de nuestro derecho público, y recuerde los pactos que consolidaron su destino, registrará con respeto los Protocolos del Istmo. En él encontrarán el plan de las primeras alianzas que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué será entonces el Istmo de Corinto comparado con el de Panamá? (en Cavelier, 1997).
Contrario a lo proyectado por Bogotá, solo asistieron cuatro países -Colombia, México, Perú y Centroamérica- y el anfitrión fue el único que ratificó lo acordado. Aunque la intención era construir una confederación, su objetivo era “sostener en común, defensiva y ofensivamente, si fuere necesario, la soberanía e independencia de todas y cada una de las potencias confederadas de América contra toda dominación extranjera.” Al terminar, este congreso fue trasladado a Tacubaya, México, donde Gual permaneció aislado cerca de dos años. Colombia intentó llevarlo a Quito y Guayaquil, para mantener la localía, pero no lo consiguió. Después vino la crisis de 1828: la convención de Ocaña, el atentado de la noche septembrina, la dictadura, la división. Esto se puede ver en la cancillería: los venezolanos Pedro Gual y José Rafael Revenga fueron los cancilleres entre 1821 y 1828; entre 1828 y 1831 hubo trece secretarios, la mayoría neogranadinos. La Constitución de 1832 fusionó las secretarías de Interior y Relaciones Exteriores, en su artículo 112. La nostalgia de esta primera República de Colombia marcó la relación bilateral con Venezuela durante el resto del siglo XIX.
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