Las juntas de gobierno que se establecieron en buena parte de las capitales de las provincias del Nuevo Reino de Granada, durante el segundo semestre de 1810, manifestaron muy pronto una vocación constitucional. Desaparecido el gobierno superior del virreinato con el apresamiento del virrey Amar y de la mayoría de los oidores de la Real Audiencia, el restablecimiento de la antigua unidad política exigía un congreso general del reino. Pero cuando esta reunión desembocó en un fracaso estruendoso se abrió el camino hacia los colegios electorales y constituyentes, en los cuales las provincias transitaron a estados. Las cartas constitucionales fueron la mejor expresión de la precocidad política de este reino, como que la Constitución de Cundinamarca fue la primera del mundo hispano.